vendredi, septembre 23, 2005

Viajes VII (suite)


Un jour de trop (I)

¿La obra destruye a su paso la estela?

Se levantó al alba. Se había quedado dormido con las luces encendidas. Tomó café. La primera línea le pareció llena de complicaciones. Como sus facultades aún no se separaban del todo del sueño, cualquier frase podía ser violenta. Pero ya estaba hecho. ¿La obra destruye a su paso la estela? La frase se formó sin su consentimiento. El la transformó en pregunta. Recordó que antes de quedarse dormido había leído…

“En poesía, sólo se habita el lugar que se deja.” Necesitaba dormir. Estaba cansado. “se crea sólo la obra de la cual uno se separa” Le pareció estar en una pesadilla.
“El lapso se obtiene aboliendo en tiempo”

Pensó en las dos cartas que le había enviado. Pensó en lo que era una carta. Pensó que tendría que escribir una tercera y quizás una cuarta. Pensó entonces en lo que sería a partir de ahí, nadie.

Lo cierto es que nunca escribí o di a entender que mi intención era volver a París. No me atreví a contradecirla. Así fue que mantuve con ella la conversación como si lo que decía estuviese en lo cierto. Seguramente a causa de mi asombro. No era lo que yo había escrito. Se precipitó en llamarme preguntándome si estaba bien. Ahora comprendo por qué. Pero yo nunca escribí tal cosa. El resultado fue: un jour de trop. Un día de más. Un día de más es un día que no existe en el lugar donde se produce y es una perdida ahí donde uno no está. Todo lo que dije en sea carta refería a el País. (País = París?)

Hay signos que no perdonan. El dibujo que le había regalado no encontró mejor suerte que el de tener un uso práctico en la cocina al tapar una ampolleta y servir de lámpara, pegado al muro sin más protocolo que el de dos cintas adhesivas una en cada extremo seguido de un comentario: que cuando se alumbra se ve muy bien. En acto comprendí que era ya, dándole este uso, destinar algo a su caducidad, pues no pasaría mucho tiempo sin que se estropeara.

Habré lo que cierra. Es una llave que la vida nos proporciona sin pensar en nosotros.

Tenía la carta. Porque era una verdadera carta. Una correspondencia. Fue algo que él decidió que fuera así. Podía haber llamado por teléfono. No lo hizo. Nada podía sustituirse a la carta. Creo una carpeta, era lo que estaba abriendo para volver a leer la primera. Quería cerciorarse por última vez.


Querida Pola,

“On ne peut pas commencer un poème sans une parcelle d´erreur sur soi et sur le monde, sans une paille d´innocence aux premiers mots » dit René Char, (No se puede comenzar un poema sin una parcela de error sobre si mismo y sobre el mundo sin un cesto de inocencia en las primeras palabras) dice Char, y debe ser cierto, hay cosas que sentimos y otras que pensamos, una parte del sueño debe encajar en todo esto, ayer por ejemplo mientras despedíamos a B, que partía, en el mismo restaurante donde estuvimos alguna vez, y tratando de alguna manera de hablar contigo, pensé y no pensé, en lo que haría más tarde, no en lo inmediato, pero hacía adelante, estaban ahí mis cuadros, como alguna luz que quiero, sin embargo tan pronto como me disponía a tomar la palabra, y traer con ella algo que se pueda decir, me di cuenta que estaba aquí, como antes estuve en Paris, inserto en una reclusión, porque poco encontraba que decir, aunque tengo que agregar que en mi este decir, va también lleno de cosas por escribir, y me pareció que no podía escribir otra cosa que no fuera, lo que comenzó a escribirse en mi último relato.

Al conocerte algo cambió de lo que yo sabía del País, esa tierra para la cual no tengo otro nombre que Destierro. Pero es sin duda tu persona que agrega algo que ahora imagino en otra parte, y que me hace sentir por ese País lo que antes no podía vivir. Cometo un error, una noche contigo no ocurre que contigo. Pero tú eres del País.

Así mientras hablábamos… yo me decía que lo único que podía seguir escribiendo tenía que escribirlo estando allá. Cobraban sentido muchas de mis lecturas. Pertinencia las referencias filosóficas. Pertinencia el psicoanálisis. Hay algo en la subjetividad que sin ser substancial se expresa en la historicidad. Seguramente la marca del Surmoi. Y ha eso llego. Un nudo. Les Noms du Père. Uno esta anclado. Lo quiera o no. ¿Podré ir más lejos sin quitar el ancla? Peut-on s´en passer? Ya me dirás tu que una cura… y que sé yo.

Me detengo aquí… (ya me dirás tu)

La noche está estrellada y titilan los astro a los lejos…
Ha pensado en su cachita… (yo harto)
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Besos salaos


Apagó la luz. El balcón abierto. Las cortinas cerradas. Se acostó y se quedó mirando al marco de la parte inferior de la puerta del balcón que estaba abierta. Le agradó que la penumbra llena de tonos grises dejara pasar en ciertos recodos una luz más cálida. Un poco más hacía el fondo a la derecha se encontraba el cuadro… lo miró. Había sentido su presencia. Le extraño que fuera él el autor. El silencio, quebrado por algunos pasos, parecía también venir de afuera. Necesitaba dormir un poco. Se había despertado por error.

Escribiría una tercera carta. A nadie. Dormir un poco. Descansar.
Que se produjera un corte.

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