por nombre Gargafie, a la ceñida Diana consagrado,
del cual en su extremo receso hay una caverna boscosa,
por arte ninguna labrada: había imitado al arte
con el ingenio la naturaleza suyo, pues, con pómez viva
160y leves tobas, un nativo arco había trazado.
Un manantial suena a diestra, por su tenue onda perlúcido,
y por una margen de grama estaba él en sus anchurosas aberturas ceñido.
Aquí la diosa de las espesuras, de la caza cansada, solía
sus virgíneos miembros con líquido rocío regar.
165El cual después que alcanzó, de sus ninfas entregó a una,
la armera, su jabalina y su aljaba y sus arcos destensados.
Otra ofreció al depuesto manto sus brazos.
Las ligaduras dos de sus pies quitan; pues más docta que ellas
la isménide Crócale, esparcidos por el cuello sus cabellos,
170los traba en un nudo, aunque los había ella sueltos.
Recogen licor Néfele y Híale y Ránide,
y Psécade, y Fíale, y lo vierten en sus capaces urnas.
Y mientras allí se lava la Titania en su acostumbrada linfa,
he aquí que el nieto de Cadmo, diferida parte de sus labores,
175por un bosque desconocido con no certeros pasos errante,
llega a esa floresta: así a él sus hados lo llevaban.
El cual, una vez entró, rorantes de sus manantiales, en esas cavernas,
como ellas estaban, desnudas sus pechos las ninfas se golpearon
al verle un hombre, y con súbitos aullidos todo
180llenaron el bosque, y a su alrededor derramadas a Diana
con los cuerpos cubrieron suyos; aun así, más alta que ellas
la propia diosa es, y hasta el cuello sobresale a todas.
El color que, teñidas del contrario sol por el golpe,
el de las nubes ser suele, o de la purpúrea aurora,
185tal fue en el rostro, vista sin vestido, de Diana.
(poema en curso)
sine veste Dianae
I
Húmeda con su vapor salino
salino y que deja la piel para lamer
“no hay hora adecuada” dijo al bajar
En la plaza
as crianças permanecem no jogo como se Heraclito ele mesmo falava
extraño puerto de sombras
risas tantas como en la Feria
ademanes aquí, allá un salto y otro
todo al mismo tiempo servido
y qué olor a buganvilla
(pero en el cuarto a canela…
nardo y canela)
“ciego arrebato” dijo ella, pensando en que quizás esa noche oiría las cuerdas.
II
Ese busto que el verano trae
(soplo que bajo la piel repetido
no se sabe si es marca o
sin ningún comienzo abismo)
¿dónde está?
(sin ninguna especie de ahora
pero quemando)
¿dónde está?
“Si no hay idioma será mi lengua, Señora”
III
Rótulo apenas escrito
una jarra de vinos
color turbio apenas puesto
querencia aquí donde a cielo abierto
la sonrisa retrae el fruto
lo levanta y lo endereza en la tierra
cualquier bandeja ira con la desnuda
el paño sobre la silla dirá cuándo
“¿si no hay lengua será la tuya?”
IV
Nunca más ciega que cuando se muestra
Un robo
Quedará dos veces encerrada
Tendrá que soñar. Habrá que reír.
¿Pero qué púrpura es ese?
Habrá que cebar la canción
el área de su tizne llevarlo hasta la sombra
retraer un puñado y lanzarlo…
(continuará)
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