samedi, août 27, 2005

7:30am

(despertar de actéon)
... pintar, desde el suelo, ahí donde duermo.
Levantar.
***
Así como leía hoy por la mañana en el diario, algunos fragmentos, de René Char, incluidos en el artículo que anunciaba la publicación de sus poemas: Poesía esencial, en edición bilingüe, escribía:
lo que el sueño encierra también es constelación, aunque no lo sepa por mí, pero por la piel y la sangre.

No por mi: intervalo que más vale preservar que abolir.

Mientras tomaba el café había leído:

“Desbordar la economía de la creación, agrandar la sangre de los gestos, deber de toda luz.”

Lo que me llevó al último correo de Ella, en el que me decía cual sería el postre. Manera de coincidir con lo que es “agrandar los gestos de la sangre”, o darlo a entender según nuestras intenciones. Lo que había soñado podía recluirse también ahí.

Un poema puede ser leído muchas veces. No siempre coincide que sea un momento de nosotros mismos, ni que prolongue este anudándose a nuestros sentidos. Tampoco, que este “agrandar los gestos de la carne” que parece sosegarse cuando concluimos estar frente a una imagen poética, salga de su ámbito literario, y venga a nombrar provisoriamente, (lo que el podía leer un poco más abajo en el artículo) “lo inextinguible real increado”.

Volví a escribir:

Lo que despierta no estaba dormido. Tu piel por dentro, corona.

No hay frase para pintar. No hay pintura mientras se pinta.

Lo que en la impronta apura el paso, tiene asiento en tus labios.

Vibra la siesta. Te acercaré el arco.
Lo demás lo encontraría en uno de los primeros poemas Catulo.

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